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martes, 4 de diciembre de 2012

Iglesia de la Estancia Santa Catalina (Córdoba -Argentina)




 Fachada, flanqueada por dos torres y un portal en curva.


























El tajamar




Santa Catalina es la estancia jesuítica más grande, que fue fundada en 1622, ubicada en Ascochinga, a 70 km de la ciudad de Córdoba.
La Compañía de Jesús compra la Estancia de Santa Catalina que, por ese entonces, comprendía algunas precarias construcciones y muchas cabezas de ganado. Debido a la gran insuficiencia de agua, la primera gran obra de los jesuitas fue de ingeniería hidráulica: un conjunto de conductos subterráneos por el cual el agua llegaba a la finca desde Ongamira, a varios kilómetros de distancia en las sierras, y era almacenada en un gran tajamar. Así, Santa Catalina se convirtió en el gran centro de producción pecuaria con miles de cabezas de ganado vacuno, ovino y mular, además del obraje con sus telares y aparejos, la herrería, la carpintería, y dos molinos.
Pero más allá del gran emprendimiento productivo, Santa Catalina es conocida por su iglesia, ejemplo del barroco colonial en Argentina, visiblemente influenciado por la arquitectura centroeuropea del mismo estilo. El portal del cementerio es de composición barroca con influencia alemana (a la derecha de la Iglesia).
Más de un siglo después de adquirir la estancia en 1754, los misioneros jesuitas terminaron de erigir la iglesia. Su imponente fachada, flanqueada por dos torres y un portal en curva, es de líneas y ornatos gráciles, con pilastras y frontones curvo.
En su interior fascina la armonía de las proporciones: una sola nave en cruz latina que culmina en la cúpula circular con ventanas en la bóveda, el gran retablo del altar mayor tallado en madera y dorado, en el que se destaca un lienzo representativo de la santa patrona de la estancia, una imagen de vestir del Señor de la Humildad y la Paciencia y la talla policromada de un Cristo crucificado.
Es una lástima que por razones de seguridad, no se permita sacar fotos en su interior.
A la monumental iglesia se le fueron sumando las demás construcciones del predio al estilo del Medioevo, claustros cercando patios, galerías con bóvedas de cañón, talleres, caballerizas, depósitos, huertas y rancherías.
El 12 de julio de 1767 Carlos III emite una real Cédula y ordena la expulsión de los jesuitas de España y, por lo tanto, de América. Estos fueron trasladados a Buenos Aires y embarcados con destino a Italia.
Hace más de 10 años, las estancias jesuíticas de Córdoba fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Un paseo para recordar, ya la he visitado varias veces y uno desea volver a verla, espero haya sido de su interés.